Por Redacción
El fiscal de Instrucción Martín Scattareggi imputó ayer al único detenido por el asesinato de Franco Isaías Navarrete, perpetrado en el distrito de Palmira, en San Martín, el domingo por la noche, y ordenó que pase a la cárcel.
Lo hizo por el delito de homicidio criminis causa en concurso real con robo agravado por el uso de arma fuego, que prevé como única pena, en caso de llegar a juicio oral y ser condenado, la pena máxima de prisión perpetua.
Con esta calificación, para el Ministerio Público, el detenido y principal sospechoso, Matías Joel Ponce Rubio (21), mató para lograr la impunidad de otro hecho que acababa de cometer: el robo del teléfono celular de la víctima.
Un aparato de las mismas características que el de Navarrete fue hallado en la casa de Ponce, a unos 150 metros de la escena del crimen, cuando se desarrolló el allanamiento para capturarlo.
El aparato estaba escondido en un tacho de basura en el baño: lo habían tapado con papel higiénico y otros desperdicios para evitar que lo encontraran.
Con esa prueba, más la declaración de un par de testigos que se encontraban cerca de la escena, el fiscal Scattareggi complicó la situación procesal de Ponce.
Comprometido
El asesinato de Franco Navarrete generó un fuerte impacto en el Este provincial. Ocurrió antes de las 22 del domingo a metros de la escuela Intendente Juan Kairuz.
En primera instancia, no estaba claro el móvil del ataque. Es más, el ataque se comenzó a investigar como un ajuste de cuentas.
Se creía que era un conflicto entre conocidos que terminó trágicamente. Sin embargo, a las pocas horas, y gracias al aporte de los testigos, la hipótesis cambió 180 grados.
A la víctima le robaron un teléfono celular y las pruebas direccionaron la instrucción hacia un ataque con fines de robo. La reconstrucción sostiene que Navarrete se encontraba en el patio delantero del establecimiento educativo cuando fue abordado por, al menos, un asaltante.
La víctima tenía su celular en la mano porque jugaba a un videojuego tipo battle royale llamado Free Fire, y quitarle el apartado fue el objetivo del malviviente.
Testigos sostuvieron que ofreció resistencia y le dieron un balazo. Navarrete murió a los pocos minutos y su cuerpo quedó sobre el cemento, boca abajo, en la intersección de calles San Martín y Belgrano.
El proyectil que terminó con su vida ingresó por el hombro derecho, atravesó una costilla y le perforó un pulmón. Un llamado al 911 alertó a la policía, que llegó rápidamente al lugar.
Los efectivos de Científica tuvieron contacto con el cadáver y no encontraron el celular que habían detallado los testigos. Tampoco lo hallaron en las inmediaciones.
El nombre de Matías Joel Ponce saltó mientras los efectivos de la Unidad Investigativa de San Martín trabajaban en el lugar y se dirigieron hasta su casa, ubicada a 150 metros del teatro del hecho.
Ponce compartía esa casa con su pareja y los policías ingresaron con orden de allanamiento.
Comenzaron a revisar el domicilio y encontraron, en el tacho de basura del baño, el celular: lo habían metido dentro de una bolsa de galletas y tapado con papel higiénico.
Fuente: Diario El Sol.-